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Exabrupto católico

Quienes tenemos una moral cristiana estamos perplejos por las declaraciones de monseñor Juan Vicente Córdoba durante el foro sobre adopción igualitaria organizado por la Fundación “Buen Gobierno”, nombre que además me parece un contrasentido. ¿De cuál arcano de sabiduría saca este clérigo semejante declaración? ¿Será que el monseñor no ha leído la Sagrada Biblia? ¿O será que su interpretación es tan errática que anda perdido en los laberintos teológicos? Es cierto que hay heterosexuales pecadores pero eso no es base para santificar el homosexualismo. Si como dice el prelado, el pecado está “en la actuación de las personas”, pues entonces la práctica homosexual es pecado porque quebranta el orden sagrado del matrimonio, el cual está compuesto por varón y hembra. El pecado no está solo en los actos de la persona, el pecado está en nuestro corazón corrupto, y las actuaciones son simplemente la expresión externa de tal corrupción.

La siguiente declaración del monseñor nos deja estupefactos: “No sabemos si alguno de los discípulos era mariconcito o si la Magdalena era lesbiana, parece que no porque bastantes pasaron por sus piernas”. Estas palabras muestran que a este clérigo le encanta la manipulación de la historia sagrada y se deleita en sus imaginaciones eróticas. No es raro en un hombre que lucha contra sus propias pasiones, las cuales deben estar encadenadas por el celibato.

Dijo además este “preclaro” clérigo: “Yo diría, hermanos homosexuales y lesbianas, cuando se casen tengan hogares bonitos, tengan lo que llamamos nosotros la fidelidad y formen a sus hijos con amor”. ¿Quién entiende a este señor con semejante falacia? Esto lo único que hace es confundir a los feligreses católicos. ¿Dónde están los fieles católicos para defender la tradición cristiana de occidente?

Añadió además este confundido cura que “el pecado es otra cosa. Es sencillamente no respetar la dignidad de los demás”. ¿En qué seminario aprendió semejante herejía? Si él tuviera razón, entonces Jesucristo fue un pecador porque él no respetó ninguna dignidad humana cuando se trataba del pecado, sino que la condenó. Lo mismo hicieron los apóstoles. Los apóstoles fueron llamados por el Espíritu Santo y por Jesucristo en persona. Ellos fueron el fundamento de la Iglesia. ¿Cómo se atreve este clérigo a tratarlos de posibles “maricones”? Esto es una afrenta al señorío de Cristo.

Si el clero católico es consecuente debería sancionar a su prelado. A su vez, monseñor Córdoba debe saber que el único pecado que Dios no perdona es el de la blasfemia contra el Espíritu Santo, pecado que está muy cercano a sus declaraciones irreverentes.

Orosmán Rozo Lic. Filosofía y Ciencias religiosas USTA, Bogotá.

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